
Y sí, es cierto, ayer llegué a mi habitación...me había dejado la ventana abierta. La niebla se había encerrado entre las cuatro paredes, mis cuatro paredes. Avancé unos pasos, me tropecé con algo pero creí que sería cualquiera de los montones de libros o zapatos que cada vez noto que se van haciendo más dueños de mi cuarto. Seguí andando hacia la ventana y cuando estaba allí miré hacia la puerta. Había alguien, cubierto por la niebla. Él me miró también y se fue por la puerta que yo había dejado abierta. Yo permanecía allí de piedra mientras mi casa se fue cubriendo de una niebla que empezó a entrar también en mi interior.